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Foto Gregorio Mayí.

Durante esta semana, te traemos una serie de blogs desde el Nieuw Amsterdam, el nuevo barco de Holland America, en nuestra travesía por el Meditarráneo y las Islas Griegas. Para leer los blogs de los días anteriores, haz click aquí.
Todo era emoción por llegar a este puerto de Turquía, uno de los más coloridos y vibrantes. La ciudad se impone con sus monumentos desde que uno se va acercando y para verla como nadie, nada mejor que irnos a la proa. Desde allí se divisaba la Mezquita Azul, uno de los más importantes monumentos de la ciudad que ha tenido varios nombres entre ellos Constantinopla.
Llegamos a las 4:00 p.m. y de inmediato nos fuimos a la excursión del barco que seleccionamos: “The City Walls and the Spice Bazaar”, la cual nos llevó a tener una idea de lo agitada de las calles de esta ciudad y de lo concurridas que pueden ser aun en días de semana. Las murallas son  impresionantes y llenas de historia, pero el Bazar de Especies es algo que no se puede dejar de ver. Es el paraíso de los amantes de la cocina, o simplemente de quienes buscan una experiencia distinta y típica. Para comprar imperdible es el azafrán aunque el más autentico y puro puede resultar caro, aún cuando pidas las acostumbradas rebajas de esta región.  Allí encuentras además bufandas de todo tipo y colores, lámparas, artículos de cerámicas, caviar, pescados y dulces turcos, pero lo que más llama la atención es la simpatía de la gente que a pesar de que son insistentes para que compres, siempre tienen una sonrisa a flor de piel y hablan varios idiomas, incluyendo español, bastante bien.
Cansados regresamos al barco, pero otros se fueron directo a tomar un ‘ferry’ que los llevaría al otro lado de la ciudad. Estambul es la única que ocupa dos continentes, Asia y Europa, y a esa magnífica localización le sacan buen provecho. El crucero de dos horas por el Bósforo es una gran opción, pero si deseas descansar de tanto barco, puedes optar por irte a comer en cualquiera de los cientos de restaurantes de la ciudad, que también enamora de noche.
Al regresar al barco, simplemente nos quedaba pedir cena en la cabina, para descansar y prepararnos para el otro día, donde tendríamos una excursión completa de ocho horas para ver las atracciones más importantes. Cenamos en el balcón, para aprovechar la linda vista de la ciudad que resultó mucho más acogedora e impresionante que lo que habíamos imaginado.

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