El Royal Clippper y el Star Clipper tienen ofertas para viajes por el Mediterráneo de siete días. La promoción incluye el boleto aéreo y descuentos en la tarifa de un 25 por ciento. Si quieres conocer algunas de las más pintorescas ciudades italianas, algunas de sus travesías salen y llegan a Civitavecchia, (Roma). Si prefieres las islas griegas y Turquía, las travesías son ida y vuelta desde Atenas.
Las tarifas publicadas para salidas del Royal Clipper desde Civitavecchia, Roma, (Italia) empiezan en $2,780 y para las de viajes del Star Clipper desde Atenas empiezan en $2,774, por persona en ocupación doble. Esto incluye pasaje aéreo desde Atlanta, Ga.; Baltimore, Md.; Boston, Mass.; Chicago, Ill.; Dallas y Houston, Texas; Denver, Colo.; Los Angeles, San Diego y San Francisco, Calif.; Miami y Tampa, Fla.; Minneapolis, Minn.; New York; Newark, N.J.; Philadelphia, Penn.; Phoenix, Ariz., y Washington, D.C.
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Si tu viaje de ensueño tiene a las islas griegas como destino, ahora tendrás más opciones pues Windstar acaba de anunciar que el Wind Surf también hará ese itinerario. Es la primera vez en seis años que este barco de Windstar va a la región, uniéndose así al Wind Star y el Wind Spirit, que tienen numerosas opciones, todas ellas muy populares entre los viajeros que buscan la idílica belleza de la zona, combinada con estos súper románticos veleros de lujo. El Wind Surf tiene capacidad para 312 pasajeros.
Como parte de las tarifas especiales de Windstar en la región, los precios empiezan en $2,999 por persona en ocupación doble, y además hay créditos a bordo que varían entre los $600 a los $1,000 por cabina, dependiendo del barco y la cabina seleccionada.
Los viajes del Wind Surf serán seis, saliendo el 16 y 23 de julio, el 24 de septiembre, 1ro., 8 y 15 de octubre, pero los otros barcos de la flota, el Wind Star y el Wind Spirit tienen itinerarios extendidos entre mayo y octubre. Entre los puertos a visitar, dependiendo la fecha e itinerario que escojas están Atenas, Mykonos, Santorini y Rodas, en Grecia, y Bodrum, Kusadasi y Estambul, en Turquía. Descuentos y crédito aplican expiran el 28 de febrero.
Esa era la impresión de sólo asomar la vista por el balcón de nuestra cabina. Estábamos en aguas de Santorini, y un “tender” o pequeño bote nos llevaría desde nuestro barco, el Nieuw Amsterdam hasta tierra firme. Estábamos haciendo el itinerario “Imperios del Mediterráneo”, con unos destinos fabulosos entre ellos Turquía y Grecia.
Esta isla griega parece de revista. Sabía que una vez en el muelle, tendría tres opciones para subir hasta el pueblo: tomar un funicular, hacer una intensa caminata entre escaleras de piedra que duraba unos 40 minutos, o tomar un taxi, lo único que era un “burro-taxi”. Me decidí por el primero sólo para arrepentirme junto a otros viajeros que pensábamos que el funicular chocaría de frente con la altísima montaña.
Ya arriba el susto dio paso a la sorpresa. Qué belleza de lugar. Otra vez callecitas estrechas empedradas, pero esta vez entre cuestas y cuestas, y paisajes que embelesan y hacen difícil que sigas caminando porque quieres capturar con tu cámara tanta maravilla. Cielos azulísimos que se funden con el mar del mismo color y las casitas blancas, con techos azules. Lo único que se te ocurre pensar es que tienes que volver allí.
En la ciudad te encuentras iglesias, museos, restaurantes y galerías de arte.Y oh, Dios! De nuevo las tiendas con accesorios tan lindos y de gran calidad, que quisieras llevártelos todos. Desde vinos, aceites de oliva extraordinarios, hasta prendas, tienes para escoger. Pero parte del atractivo turístico también son los restaurantes, con puertas que parecen abiertas al océano y dan la sensación que con atravesarlas irás de lleno al paraíso. ¡Todo un espectáculo!
Sin poder olvidar la hora de regreso al barco, llegó el momento de bajar hasta el muelle y esta vez, con una fila de más de una hora para tomar el funicular, me decidí por la caminata entre piedras y burros, y un intenso calor. Estos enormes animales que parecen caballos tienen el derecho de paso ganado porque sí, así que tienes que salir del medio para que ellos sigan su camino.
Ya a mitad del trayecto y cuando las fuerzas empiezan a flaquear no hay remedio, más que disfrutarte el paisaje de los barcos anclados en el medio del mar y las casitas cuyos habitantes seguro sienten que tocan el cielo con las manos.
Al final del camino puedes tomarte una foto con un burro, (eso mismo hice), por unos cinco euros, y si quieres, tomarte una bebida refrescante en una de las tavernas del muelle. De vuelta al barco, un baño obligatorio antes de hacer más nada, porque el calor y el sudor no te dejan otra opción.
Bajamos a la popular islita griega en “tenders” que nos llevó en un corto y apacible recorrido a tierra firme. Con razón Mykonos es un destino en el tope de la preferencia viajera. La más pequeña de las islas Cícladas hace que desde que llegues te enamores de sus pintorescas casitas blancas, algunas con los techos azules, que se ven en postales.
La isla es muy fácil de caminar y deliciosa para perderte entre sus callecitas empedradas, llenas de tiendas donde abunda la buena artesanía de collares, cristalería y hasta accesorios de contenido sexual por doquier que te recuerdan la fama de buenos amantes que tenían los griegos de la antigüedad. Tampoco faltan los productos de aceite de oliva.
Así la recorrí, caminando. Te recomiendo que no te quedes pegado sólo al puerto, dejándote tentar por las pintorescas tabernas griegas que allí hay. Descúbrela paso a paso para que veas sus pintorescas iglesias, pequeños museos y edificios que muchos de ellos dejan ver el granito, piedra de la que se dice está formada la isla.
Deja para las últimas horas de tu visita la zona que llaman “La Pequeña Venecia”, que tiene restaurantes al nivel del mar y desde donde puedes ver una de las puestas del sol más bellas del planeta. Parece como si todo el mundo se agrupara allí para disfrutar ese festín visual, entre trago y trago y buena comida. Abundan los mariscos, los “spanakopita” o pasteles de espinacas y las cervezas Mithos. Desde esa zona ves los famosos molinos, que están a unos cuantos pasos, pero el deleite es subir una pequeña colina y retratarte en ellos con la puesta de sol de fondo.
En invierno cierran la mayoría de sus tiendas y sus pobladores usualmente vuelven a Atenas hasta la nueva temporada turística. Sin embargo otros se quedan tentados con las vistas al mar y las fiestas hasta el amanecer que hace el destino famoso entre muchísimos jóvenes. También es un lugar muy amigable y favorito entre la población gay. Si tienes tiempo visita sus incomparables playas, a las que puedes llegar en transporte público por menos de cinco euros desde el puerto.
De regreso al Nieuw Amsterdam, que felizmente zarpó después de las 10:00p.m., todavía quedaban en mi memoria esos paisajes paradisíacos. Definitivamente otro lugar para repetir en mi lista de deseos viajeros.
Durante esta semana, te traemos una serie de blogs desde el Nieuw Amsterdam, el nuevo barco de Holland America, en nuestra travesía por el Meditarráneo y las Islas Griegas.
Para ser un primer día de viajes, la experiencia ha sido fabulosa en Nieuw Amsterdam. Un corto proceso de embarque hizo todo más cómodo, afortunadamente, luego de casi un día de viaje para llegar desde Nueva York hasta una de las ciudades más romántica del mundo: Venecia, Italia. La ciudad de los canales, lagos, góndolas, del cristal, del carnaval y de la Plaza San Marcos. Si la llamas con cualquiera de esos nombres estarás correcto, porque todos la describen. Lo que pasa es que las palabras se quedan cortas, pues te quedarás mudo y embrujado con el encanto de Venecia.
Para llegar desde el aeropuerto Marco Polo hasta el puerto tomó solo unos minutos, aunque costó 50 euros por dos pasajeros. Al llegar más temprano de lo previsto, la cabina no estaba lista y nos enviaron al Lido, el restaurante de bufés, donde pudimos soltar un poco los paquetes y comer más relajado y sazonado que en el avión.
Al llegar a la cabina, sorpresa tras sorpresa. Un complete ‘Welcome Package’ nos esperaba con una botella de vino espumoso, frutas y flores. De ahí otra maravilla, un balcón que daba justo a la ciudad, donde se destacan sus edificios bizantinos, sus canales y su encanto. La cabina comodísima, con cama ‘queen’ y un baño equipado con productos Elemis, nos invitaban a refrescarnos y a tomar una pequeña siesta para reponer energías.
En un par de horas, y listos para caminar, los ‘Vaporettos’ nos esperaban. No hubo mucho tiempo para ver las maravillas de esta ciudad conocida como “La Serenísima” pero ya mañana será otro día para ver en detalle algunos de sus imperdibles incluyendo su famosa Plaza San Marco y la basílica del mismo nombre. Pero también queremos ver Murano, su isla más famosa por los artículos de cristal del mismo nombre que se construyen allí, comer en algunos de los restaurants que nos han recomendado, y pasear en góndola, uno de los gustitos más caros que te puedes dar en Venecia, pero que es imperdible. Si viajas hasta aquí y no lo haces, es como si no hubieras venido.
Como no tenemos excursiones programadas por el barco para esta ciudad, y ya nos han dicho que es completamente caminable, mañana te contaremos de esta experiencia y próximamente te diremos cómo sacar el máximo provecho de tu visita. Mientras hoy nos gozamos a plenitud de la vista desde este puerto veneciano, mañana nos han prometido otra estampa. El capitán nos ha dicho que de madrugada llevarán el barco a otro puerto, esta vez a uno nuevo en el ‘downtown’, cerquita de la Plaza San Marco. Suena interesante, verdad?
El cansancio vence, pero los ánimos no se agotan, de todas maneras para reponer energías hoy no hicimos mucho caso a las fiestas a bordo ni al programa de actividades del barco. Eso lo dejamos a quienes han visitado esta maravillosa ciudad en otra ocasión, y hoy aprovechan a descubrir el Nieuw Amsterdam. De todas maneras creo que tenemos tiempo suficiente para hacerlo en este itinerario fabuloso que nos llevara a Turquía, las Islas Griegas y nos traerá de nuevo a Venecia. Más adelante te contaré mas detalles del barco.
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