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Balcón de la casa de Julieta en Verona. Foto: Gregorio Mayí
Balcón de la casa de Julieta en Verona. Foto: Gregorio Mayí

En una travesía de río en el River Countess de Uniworld visitamos Verona, una romántica ciudad cercana a Venecia. Allí se desarrolló la inmortal obra Romeo y Julieta, producto de la creatividad y la imaginación de William Shakespeare, en la que dos familias nobles, arrastradas por antiguos odios, continúan incrementándolo derramando su sangre con la menor excusa. De la descendencia fatal de esos enemigos, vino al mundo una pareja de amantes: Julieta, de la familia de los Capuletos, una joven hermosa que apenas cumplía los 14 años y Romeo, de la familia de los Montesco, quién participa en una fiesta de disfraz que daban sus enemigos. Ahí conoció a su amada, ambos se enamoraron perdidamente y se besaron sin saber que sus familias eran enemigos a muerte. Cuando Romeo se quitó la máscara, Julieta se fue con su nana y  ya a solas, le comentó que desgraciadamente su corazón le pertenece a un Montesco, que si este le jurara amor por siempre ella renegaría de su familia. Romeo oyó sus lamentos y le juró amor. Al día siguiente con la ayuda de Fray Lorenzo la pareja decidió casarse en secreto.

Candados que simbolizan promesas de amor. Foto: Gregorio Mayí
Candados que simbolizan promesas de amor. Foto: Gregorio Mayí
Panorámica de la casa de Julieta. Foto: Gregorio Mayí
Patio Interior de la casa de Julieta en Verona. Foto: Gregorio Mayí

Mientras, un amigo de Romeo, Mercucio, se encuentra con un primo de Julieta, Teobaldo, y ambos discuten, Romeo interviene tratando de calmar los ánimos, pero en la discusión Teobaldo mató a Mercucio, y Romeo mató a Teobaldo. Por eso fue desterrado de Verona, pasó esa noche con su amada, la única noche que pasaron juntos, y se refugió en Mantua.

El padre de Julieta quería que esta se casara con el conde Paris, Julieta finge que acepta, pero es para llevar a cabo un plan con ayuda de Fray Lorenzo: en la vigilia de la boda con el conde Paris, ella bebe una droga que la hará parecer muerta por 40 horas. El fraile envía un mensajero a Romeo avisándole del plan, pero este no llega a tiempo y cuando se entera que su amada Julieta “murió”, fue a su tumba y se encontró con el conde Paris a quien mató, besó en los labios a Julieta y se suicidó envenenándose. Cuando se cumplieron las 40 horas Julieta despertó y vió a Romeo muerto, ella tomó su puñal y se atravesó el corazón.

Vista del frente de la casa de Julieta. Foto: Gregorio Mayí
Vista del frente de la casa de Julieta en Verona. Foto: Gregorio Mayí

Cuando ambas familias se enteran de lo sucedido la conmoción fue tan grande que dejaron a un lado los odios por generaciones y los jefes de las familias se reconciliaron.

Romeo y Julieta la obra de William Shakespeare escrita entre 1594 y 1595, se cree que fue llevada a la escena por primera vez, ante la presencia de la reina Isabel en el invierno de 1595-1596 y luego publicada en 1597.

La obra se desarrolla en cinco días, en ese poco tiempo hay 5 muertes: Teobaldo mata a Mercucio, Romeo mata a Teobaldo, a Paris y luego se suicida, Julieta se suicida.

Firmas y mensajes de amor de visitantes. Foto: Gregorio Mayí
Firmas y mensajes de amor de visitantes. Foto: Gregorio Mayí

Esa historia trágica actualmente es símbolo del amor que está por encima de todo, del amor más puro y que está dispuesto a abandonarlo todo, familia, linaje, apellido, fortuna… Es un símbolo tan grande que muchas personas piensan que fue un drama de la vida real. Esa es la razón por la que existe la Casa Museo de Julieta y la Tumba de Romeo, una de las grandes atracciones turísticas de Italia, específicamente en Verona, muy cerca de Venecia.

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Photo: Costa Crociere
Photo: Costa Crociere

El Costa Mediterránea llegó hoy a Trieste, Italia, desde donde empezará sus viajes por el Mar Adriático.

El barco de Costa Cruises llegó luego de su travesía transatlántica desde Miami, Florida y a partir del 11 de abril hasta el 21 de noviembre de 2015, saldrá todos los sábados desde ese puerto italiano.

Photo: Costa Crociere
Photo: Costa Crociere

El Costa Mediterránea tendrá 33 salidas con dos itinerarios diferentes de siete días, visitando Croacia, Montenegro y Grecia. A partir del 9 de mayo visitará también Venecia.

Foto Gregorio Mayí.

Durante esta semana, te traemos una serie de blogs desde el Nieuw Amsterdam, el nuevo barco de Holland America, en nuestra travesía por el Meditarráneo y las Islas Griegas. Para leer los blogs de los días anteriores, haz click aquí.
Estos días de mar son los perfectos para relajarte, levantarte tarde y luego dar una vuelta para participar en algunas de las actividades que organizan los barcos. En mi caso, tenía una agenda de eventos, los que fueron divinos para conocer más cómo funciona este hermoso Nieuw Amsterdam y compartir con algunos de sus oficiales.
Empecé con un tour por la cocina o “galley”, donde laboran como hormiguitas cientos de empleados para tener a tiempo los más de 11,000 platos de comida que se sirven a diario. Este tour se ofrece a los pasajeros gratuitamente pero es bien popular por lo que hay que reservar con tiempo cuando se anuncia durante el viaje.Por la tarde fuimos a un repleto Culinary Arts Center para ver la demostración de comida del chef invitado, el famoso Richard Chamberlain, quien empezó diciendo que no lo confundiéramos con el actor de Hollywood. ¡Este chef sí que siente pasión por la cocina! Nada más oírlo hablar y ver cómo disfruta el tema, ya nos dio una idea de por qué es tan famoso. Entre los platos que prepare estuvo unos bizcochos de risotto de langosta y camarones, ¡de show!
Luego dimos una vuelta al Puente de Mando donde un atento oficial mostró y explicó algunos de los equipos que usan y que hacen tan fácil la navegación. ¿Te imaginas que es fácil mover esta súper máquina que desplaza 86,000 toneladas? Pues sí que lo es gracias a la avanzada tecnología con que cuenta.
Nuestra agenda sigue con un tour por la lavandería, que sólo tiene 15 empleados, pero trabajan arduamente para tener la ropa, las toallas, sábanas y uniformes de todo el equipo siempre impecable. También vimos ejemplos de cómo reciclan las toneladas de desechos que generan los pasajeros y cómo trabajan no solo para cumplir con las estrictas reglas ambientales, sino para excederlas. Es un compromiso que Holland asume con mucha responsabilidad.
El día terminó con un coctel en el bello Silk Den y una cena en Tamarind, el restaurant asiático ($15 por persona) que es de los mejores en altamar. El consomé Ying Yang, el pargo envuelto en papel de arroz y la ensalada de papaya son un sueño. Para cerrar con broche de oro, elegimos como postre el “Mango Cloud”, la opción perfecta.

Foto Gregorio Mayí.

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Un par de horas tempranito en la Serenissima, la bella Venecia, y un ‘Sail Away Party’ o fiesta de despedida sentaron la tónica de nuestro tercer día de viaje. Pero esa no fue cualquier despedida, porque la salida de Venecia es una de las más bellas que hemos visto, concepto con el que estuvieron de acuerdo miles de personas en el Nieuw Amsterdam. Todos hablaban de las impactantes vistas de San Marco y de lo imborrable de su memoria de los canales venecianos. Pronto volveremos porque ese es el puerto final de desembarque de este viaje.
Al empezar la navegación hasta Piraeus, Atenas, Grecia, el día transcurrió curioseando por el barco y participando de sus actividades. Mientras unos se tumbaban en las piscinas, aprovechaban el jacuzzi, los juegos, el casino y las tiendas, otros se dedicaban a deleitar su paladar. Con tanta comida variada no es fácil mantenerse en control de las calorías y el aumento de libras. Parecía como si en cada punto del barco hubiese algo que comer, desde unas simples hamburguesas a la parrilla hasta festín de mariscos, había de todo para todos los gustos, incluyendo comida del menú saludable del GreenHouse Spa.
Para quienes tienen sentimiento de culpa o simplemente no se resisten a olvidar su rutina, el gimnasio permanecía abierto y las cubiertas ofrecían un buen lugar para ejercitarse. Eso además de las escaleras que siguen siendo el mejor y más fácil lugar para ejercitarse mientras se está en un crucero, sin olvidar las caminatas largas que se dan cuando se visita Europa. Ya nos adelantaron que Grecia no es la excepción y nos recomendaron zapatos cómodos, ropa bien fresca y un buen bloqueador solar.
Por mi parte opté por comer en la cabina, pidiendo platillos del menú del comedor principal, ponerme al día con mis asuntos de Internet (tengo acceso en la cabina) y acostarme temprano. Mañana será un día de pura actividad que empezará temprano y terminará tarde, pues es la primera noche formal y comeremos en Tamarind, el restaurante asiático del barco. Así que es el día para ponernos nuestras galas que en estos cruceros modernos por suerte se han flexibilizado. Aunque hay muchos caballeros con tuxedos y damas con trajes largos, otros optan por chaqueta y las damas por trajes de cóctel, y se siguen viendo elegantes pero cómodos. Todo depende del tipo de crucero en que viajes y de tu preferencia.
Como para que no nos olvidemos, Satrio, nuestro divino camarero de cabina, nos acordó que hay que adelantar el reloj una hora, así que a dormir temprano, para no perder el ritmo, y estar listos para la aventura de mañana.

Foto Gregorio Mayí.

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Si el puerto de ayer nos presentaba vistas de la hermosa Venecia que nos dejaban boquiabiertos, hoy por la mañana recibimos como ‘regalito’ una estampa fuera de serie. El nuevo muelle a que llevaron nuestro barco, el Nieuw Amsterdam, estaba en pleno ‘downtown’, y cuando corrimos la cortina y vimos desde nuestro balcón la ciudad a nuestros pies nos sentimos privilegiados.
Luego de un rápido pero apetitoso desayuno, con omelette, tostadas, frutas, jugos y café, nos fuimos a caminar la ciudad que hoy se lució como para que la conociéramos mejor: el agua empezó a llenar las calles como pocas veces ocurre en esta temporada y para caminarla había que ponerse unas botas desechables que astutamente tienen guardaditas para esta ocasión los comercios (a un costo de 10 euros) o quitarse los zapatos y dejar que el amor por Venecia nos entrara por los pies. Las áreas secas eran las menos pero si no te quieres mojar y esto te sucede, hay una especie de tarimas o tramos elevados que puedes usar en algunas rutas.
Desde el barco hasta la Plaza San Marco, el ícono turístico veneciano, puedes durar unos 10 minutos caminando, pero el tramo te tomará unas dos horas cuando quieras retratar cada balcón, cada hotel frente al mar o cada edificio que es fiel ejemplo de la arquitectura bizantina que imperaba aquí. Por supuesto también encontrarás góndolas por doquier, algo que querrás retratar desde cada puente que pases caminando.
Al llegar a la plaza no te sorprendas con las filas inmensas para entrar en la Basílica de San Marco y en el Palacio Doge. La entrada a la Basílica es gratis pero te cobrarán cuatro euros si quieres subir hasta la torre y el campanario. Retratarse en la plaza es imperdible, y puedes seguir tu caminata exploradora para recorrer todos los rincones y detenerte a curiosear en las tiendas, donde puedes comprar máscaras venecianas ultra económicas, si buscas una ganga. Sin embargo las de más calidad, trabajadas con material de lujo y casi objetos de colección te costarán buen dinero. Otros artículos de compra son los de cristal Murano, desde relojes hasta floreros, marcos de fotos y collares, hay de todo para cada gusto y bolsillo.
Una parada obligada es para comerte un ‘gelato’ (entre los dos y cuatro euros), o una rica tarta de queso ricotta y un tiramisú, todos por menos de tres euros. Alrededor hay muchos restaurantes con muy buenos precios, desde pizzerías hasta marisquerías, algunas reconocidas y premiadas internacionalmente.
Todo lo anterior es una maravilla pero no te puedes ir de Venecia sin montarte en una góndola, quizás el paseo más caro pero más esperado. Te costará unos 100 euros por media hora, por góndola, con un máximo de cinco personas, pero si vas en pareja el gondolero buscará la manera de que no encuentres con quien compartirla y así pagar esa cantidad, aunque te sentirás como en las películas, a puro romance. Eso sí, no esperes que te cante O Sole Mio, pero Luciano, nuestro gondolero simpático, guapo y hablando buen español nos cantó el ‘Waka-Waka’ de Shakira. Bueno, algo es algo.
De vuelta al barco nos dijeron que por dificultades técnicas tendríamos que quedarnos una noche extra en Venecia antes de zarpar, por lo que perderíamos la parada en Split, Croacia, pero con la explicación del capitán de que allí había mal tiempo y pensando que tomaríamos un ‘tender’ o bote pequeño para llegar a la orilla, nos quedamos tranquilitos y felices. Hasta el momento saldremos a las 9:00 a.m. y tendremos un día completo en el mar, ideal para recorrer el barco, dormir y disfrutar un día relax. Hay muchísimas actividades incluyendo torneos de ping pong, juego de voleibol, demostraciones de comida, clases de computadoras, bingo, conferencias de los puertos con el experto en viajes de Holland, Tom Vercillo y restaurants abiertos a toda hora. Es asunto de decidirse entre tanto que hacer, pero algo está ya en agenda: una buena caminata o visita al gimnasio para empezar a eliminar esas calorías de más.